jueves, 17 de enero de 2008


ENEMY MAKER

http://www.goear.com/listen.php?v=e0cb274

¿Sabes qué creo?

Creo que nos hemos convertido en máquinas de mirar para otro lado hasta que la mierda nos rodea, y aún así seguimos mirando para otro lado.

La cuestión es que no tenemos que irnos a una guerra vigente para ver violencia sin sentido. La tenemos ahí cada día, en el piso de al lado, cuando bajamos a la calle, a la vuelta de la esquina, acechando, pero miramos a otro lado.

No es que ahora seamos lo puto peor, y que todo se haya dramatizado en los tiempos modernos. Siempre ha existido, día a día, desde que el hombre es mono, simplemente, todo lo anterior no lo presenciamos, y se convierte en estadística y en historia.

Pero una cosa no quita la otra. Lo que trato de decir es: ¿Cuánta gente presencia una injusticia, y no interviene porque piensa que no va con él? ¿Cuanta gente colabora para que ese desconocido no sufra un daño que podría tener consecuencias vitalicias?

La verdad es que el ser humano se deshumaniza, pero no de épocas anteriores a esta parte, sino desde que nace hasta que muere. Nos educan con valores como la amistad, la igualdad entre individuos, la generosidad, ayudar al que lo necesita, darlo todo sin esperar nada a cambio, la honestidad, el honor, la sinceridad, la educación… y claro, crees en ello. Pero héteme aquí, que si vas por la vida con esos valores, y encima crees en ellos, se te queda la cara poco menos que de gilipollas, porque la gente no lo agradece, ayudas a alguien, y te contesta: métete en tus asuntos, hacerte amigo de alguien es poco menos que querer aprovecharte de él todo lo que puedas, tiendes tu mano desinteresadamente y no te lo agradecen, y lo más triste de todo, hablas a la gente de forma amable y se chotean de ti, les hablas con agresividad y te sonríen y te respetan.

Es este hecho que presencio cada día, combinado con que todo es una casa de putas, lo que hace que haya perdido la paciencia y la ilusión por esta vida. La primera cara de gilipollas se me quedo hace muchos años, cuando me calló la primera hostia por defender a una persona en una pelea entre el y varios atacantes, y me la dio precisamente el tío al que había ayudado mientras le tendía la mano. Así que yo también me lo pienso antes de “meterme donde no me llaman”. Pero cuando me sale, me sale, y no puedo cambiar mi actitud ante ciertas cosas, solo porque haya llevado muchos palos, o por miedo a que no sirva para nada y solo me meta en líos.

El caso es que la versión egoísta de la vida se torna una defensa cojonuda para el mundo que nos ha tocado vivir, pero la pena es que una individualización tan intensiva de la persona, aislándose de todo, y encerrándose en si misma y en su entorno de burbuja, hace que no haya gran diferencia entre eso y un cadáver rodeado por su ataúd a dos metros bajo tierra, eso si, que mira hacia otro lado.