jueves, 1 de noviembre de 2007

HERMANO BEBE, PORQUE YO…

http://www.goear.com/listen.php?v=af0a2a1

Cuando veo fotos como esta, me doy cuenta de hay un gran vacío en mi vida. Si siempre ha habido una constante, es sin duda alguna, el alcohol.

Mi primera borrachera fue a los 4 añitos, aunque antes ya lo había probado. El glorioso día 24 de Diciembre de 1983, nochebuena. Y el hecho de que lo recuerde, es en parte gracias a mi familia, que lo comentó siempre en las comidas familiares, con el paso de los años. A ver, durante la cena todo el mundo le daba de lo lindo, que si vino, cerveza, que si licor, que si champán… Y yo, claro, “Yo también quiero” y todos: “Tu no que no puedes”. ¿Que no puedo? ¿Que no puedo? Si me habían dejado beber mil veces, aunque fuera poquito, incluso el vino Sansón ese que bebía mi tía, y que sabía a rayos. Y me dicen que no podía beber. Estaba cabreado. Así que alguien dice: “¡El mensaje del Rey!” y todos corrieron a la sala a verlo. Y ahí se me encendió la republicana bombilla y pensé: “Muy bien, os vais a enterar” Cogí todos los vasos que pude, ya que las botellas estaban fuera de mi alcance, y algunas no sabía ni abrirlas, y junté los restos en un solo vaso. ¡Toma ya! Me daba un poco de miedo por si me pillaban después de lo que me habían reñido. Pero me lo tragué todo. Casi al momento me dio un tremendo mareo. “¡Roberto, vente!” “Ya voy” Tenía la cabeza acalorada, y fue bajarme de la silla y me di con la cabeza contra la esquina de la mesa. Un tremendo hostión… y empecé a gritar y a llorar. Vinieron todos en tromba, pero cuando vieron lo que había sucedido, en vez de la tremenda bronca que me esperaba, me encontré con una tremenda risa. Y les hizo tanta gracia que aún hoy lo siguen contando.

En mi casa nunca hubo problema por beber, ya que estaba bien visto. Imagino que como todo Villalba, ya que por algo las estadísticas cantan, como el pueblo con mayor número de bares por habitante de España. Allí la cultura del alcohol es algo especial. En fin, que me crié bebiendo vino con gaseosa y cerveza. Y cuando por fin me dejaban salir, con 13 añicos, y mientras los demás echaban la raba con 5 cervezas, todos decían, “Joder, como aguanta el Seijas”. Y tanto, Xa estaba afeito.

Mis borracheras eran espectaculares, vomitar era agradable, y recuerdo una especialmente con cariño. Era pronto para irme para casa, aún me quedaba hora, pero estaba tirado delante de los pubs, con una borrachera que no me tenía. Y dije, me voy a casa… Bueno, dando tumbos más bien, me caí al suelo a medio camino y vomité, media hora después me levanté y seguí hasta casa. Fue entrar y volví a vomitar, vomité en el pasillo, en las escaleras, en el pasillo de arriba, en la cama… ¿Pero de donde sale todo esto? La cosa es que me levante a mediodía y creo que aun me duraba la borrachera, porque me dice mi madre: “¡Qué, ayer venías cargado! ¿Eh?” “¡Claro! ¡No iba a hacer dos viajes!”.

Y todo siguió en delicioso crescendo, hasta que casi sin querer, al principio, y luego con intencionada voluntad de superación, establecí el record de 36 días consecutivos de borrachera, aquel verano, en el que me tuve que rendir, cuando en el día 37, en la sesión vermouth de Santa María, era incapaz de tragarme el vodka con lima que me había pedido, porque tenía la garganta irritadísima. Y aunque lo intenté varias veces tuve que darme por vencido.

La gente, me dice que te lo puedes pasar igual de bien sin beber, ¡Qué soez! Es cierto que te lo puedes pasar bien sin beber, pero igual no es, creedme porque soy un experto en lo uno y en lo otro, y hay un abismo entre las dos cosas.

El día anterior a la consulta bromeaba con el camarero del bar, que me podían quitar todo, los excesos en la comida, fumar, las mujeres, las drogas, pero que no me quitaran el alcohol…. Para mi el alcohol es como respirar, y el hijo de puta de mi médico me tiene hasta las pelotas, que os diga vuestro médico que os paséis 6 meses sin respirar, a ver como os lo tomáis. No me considero un alcohólico, en el sentido de que no bebía todos los días, incluso pasaba bastante tiempo sin beber, y no tenía la necesidad imperante de beber si o si. Pero la verdad es que nunca estuve tanto tiempo sin beber nada en mi vida. Y para mi, esto es muy, muy duro. Que no pueda tomar una cervecita… Ir de cena y no beber vino… ¡Pasar una gira sin beber…!

Siempre tuve mucha voluntad, y cuando quería algo, no paraba hasta conseguirlo. Es curioso, como ahora me rindo tan fácilmente.